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Había buscado en todos los rincones de su habitación. No estaba. Se dirigió al cuarto de su hermano para comprobar que no lo tuviera él. Una vez frente a la puerta, la abrió de una patada, no importando que él se molestara con ella.
Comenzó buscando debajo de la cama. Nada. Revisó en el cajón del escritorio, entre el librero, en el armario. No le encontró.
Suspiró intranquilamente mientras se tiraba fuertemente del cabello. ¿Dónde podía estar? Más le valía a su madre no haberlo tirado, de lo contrario, iba a gritar y hacer todo lo necesario para que se lo devolvieran. Le importaba poco que le dijesen que estaba actuando como una niña.
Volvió a su cuarto, desesperada, y se tiró en la cama. Estaba inquieta, y pronto comenzó a llorar de rabia. ¿Cómo había podido perderlo? Era lo más importante que tenía y lo extravió. Mordió la almohada para ahogar sus gritos, las lágrimas se agolpaban en la funda, humedeciéndola, ensuciándola.
Se culpó por su torpeza y distracción. No volvería a suceder, lo sabía, pero ahora ya no importaba, ya que su objeto más valioso no estaba.
Cuando escuchó el ruido del automóvil de su padre, se sentó tan rápido que se mareó un poco. Trató de secar las lágrimas que estaban en sus mejillas, preparándose por si tenía que hacer una escena “dramática”. Respiró pausadamente y, una vez tranquila, salió de su habitación. Bajó las escaleras rápidamente y tomó asiento en uno de los sillones de la sala.
—Cálmate… —se repetía una y otra vez.
El sonido de las llaves en la puerta principal le alertaron, pensando en qué preguntaría primero. La puerta se abrió, dejando ver a su hermano y después a su padre. Miró fijamente a uno y luego al otro. Estaba nerviosa y justo cuando iba a decir algo, su padre le interrumpió.
—Hola, linda. Te tengo una sorpresa.
Fue cuando dijo esto que ella reparó en lo que su padre llevaba en el brazo, parecía un cuadro, uno enorme. Esperó que continuara.
—Sé cuán importante es para ti ese dibujo que tu amiga te dio hace años. Toma. Feliz cumpleaños, un poco atrasado, pero espero te guste.
Ella extendió sus manos, temblorosa, y cuando vio su regalo, se puso a llorar. Era su dibujo, el que creyó había perdido. Los colores nunca habían sido tan vívidos, tan reales. El marco era de madera y estaba cubierto con poliéster para que no se maltratara, para que se conservara de esa manera por mucho tiempo.
Depositó con sumo cuidado su regalo en el sofá y abrazó a su padre mientras sentía cómo todas sus inquietudes desaparecían.
Comenzó buscando debajo de la cama. Nada. Revisó en el cajón del escritorio, entre el librero, en el armario. No le encontró.
Suspiró intranquilamente mientras se tiraba fuertemente del cabello. ¿Dónde podía estar? Más le valía a su madre no haberlo tirado, de lo contrario, iba a gritar y hacer todo lo necesario para que se lo devolvieran. Le importaba poco que le dijesen que estaba actuando como una niña.
Volvió a su cuarto, desesperada, y se tiró en la cama. Estaba inquieta, y pronto comenzó a llorar de rabia. ¿Cómo había podido perderlo? Era lo más importante que tenía y lo extravió. Mordió la almohada para ahogar sus gritos, las lágrimas se agolpaban en la funda, humedeciéndola, ensuciándola.
Se culpó por su torpeza y distracción. No volvería a suceder, lo sabía, pero ahora ya no importaba, ya que su objeto más valioso no estaba.
Cuando escuchó el ruido del automóvil de su padre, se sentó tan rápido que se mareó un poco. Trató de secar las lágrimas que estaban en sus mejillas, preparándose por si tenía que hacer una escena “dramática”. Respiró pausadamente y, una vez tranquila, salió de su habitación. Bajó las escaleras rápidamente y tomó asiento en uno de los sillones de la sala.
—Cálmate… —se repetía una y otra vez.
El sonido de las llaves en la puerta principal le alertaron, pensando en qué preguntaría primero. La puerta se abrió, dejando ver a su hermano y después a su padre. Miró fijamente a uno y luego al otro. Estaba nerviosa y justo cuando iba a decir algo, su padre le interrumpió.
—Hola, linda. Te tengo una sorpresa.
Fue cuando dijo esto que ella reparó en lo que su padre llevaba en el brazo, parecía un cuadro, uno enorme. Esperó que continuara.
—Sé cuán importante es para ti ese dibujo que tu amiga te dio hace años. Toma. Feliz cumpleaños, un poco atrasado, pero espero te guste.
Ella extendió sus manos, temblorosa, y cuando vio su regalo, se puso a llorar. Era su dibujo, el que creyó había perdido. Los colores nunca habían sido tan vívidos, tan reales. El marco era de madera y estaba cubierto con poliéster para que no se maltratara, para que se conservara de esa manera por mucho tiempo.
Depositó con sumo cuidado su regalo en el sofá y abrazó a su padre mientras sentía cómo todas sus inquietudes desaparecían.
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Título: Inquietud.
Rating: T.
Género: Hurt/Comfort.
Capítulo: Drabble.
Sinopsis: Era lo más importante que tenía y lo extravió.
Advertencias: Sin beta-reader.
Comentarios: Escrito para un reto llamado “30 días de escritura”. Creo que no tiene nada que ver con “inquietud”.
Rating: T.
Género: Hurt/Comfort.
Capítulo: Drabble.
Sinopsis: Era lo más importante que tenía y lo extravió.
Advertencias: Sin beta-reader.
Comentarios: Escrito para un reto llamado “30 días de escritura”. Creo que no tiene nada que ver con “inquietud”.
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